"Cuando conoces a una persona, ¿en qué te fijas primero?". Ante esta pregunta tan habitual en las conversaciones en todas partes del mundo, es probable que más de uno responda que en sus manos, en sus orejas o en su pelo. Pero, sobre todo, en sus ojos. Azules, verdes, marrones, grises... Aunque son pocos los colores de ojos que existen y a los que estamos acostumbrados, son múltiples las intensidades de su pureza y sus combinaciones, factores que los convierten en uno de los principales atractivos de cualquier mortal.
También es cierto, que un color de ojos espectacular es insignificante si no va acompañado de una mirada potente. Luego hay excepciones como el de Elizabeth Taylor, que tenía la gran suerte de unir ambas virtudes en unos preciosos ojos violeta siempre arropados por un marcado delineador negro. Si este no es tu caso y lo que necesitas para llegar a la felicidad (o por simple capricho) es cambiar radicalmente de color porque no encuentras el maquillaje que más te pega o no te convence ninguno para potenciar tu mirada, hay varias soluciones.
Probablemente conozcas la primera de ellas: las lentillas de colores. Sí, hace años que se pusieron de moda y a esa tendencia se apuntaron algunos personajes famosos, siendo el más popular el polifacético Marilyn Manson. Entre las celebrities que han echado mano de ese complemento ocular en los últimos años se encuentran las hermanas Kardashian, que cambian el color de sus iris a placer según su agenda pública, esto es, desde ir a una gala hasta ir de shopping por París. Porque esa es la cualidad de las lentillas de colores, que permiten un cambio temporal y completamente reversible.
Sin embargo, si lo que buscas es tener de manera indefinida la misma mirada que Ana de Armas, Jennifer Aniston, Irina Shayk o la mismísima Sharbat Gula, que portagonizó una de las portadas más icónicas de National Geographic, lo mejor es que optes por la cirugía. ¡Ah! Y como querer es poder, el requisito inespensable para esta transformación es que tengas ¡7.200 euros!
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